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Cubanos entre las víctimas del 11-S: estas son sus historias a 24 años de la tragedia

zona cero
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Este miércoles se cumplen 24 años de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, una tragedia que dejó casi 3.000 muertos y marcó la historia contemporánea. Entre las víctimas, se encuentran al menos siete cubanos que perdieron la vida en las Torres Gemelas del World Trade Center y en sus alrededores.

El músico Marco Motroni, nacido en La Habana en 1945, fue uno de los nombres más recordados. Tras emigrar a Estados Unidos a los 11 años, desarrolló una carrera destacada como integrante de la orquesta Novel, donde promovió la música cubana durante más de dos décadas.

Nancy E. Pérez, de 36 años, también falleció en el ataque. Llegó a Estados Unidos en 1970 junto a su familia y trabajaba en la Autoridad Portuaria de Nueva York y Nueva Jersey. Residente en Secaucus, New Jersey, era conocida por su dedicación laboral.

Otra de las víctimas fue George Merino, de 39 años, nacido en Matanzas. Emigró en 1968 y vivía en Queens, Nueva York. Se desempeñaba como empleado de Fiduciary Trust International.

Niurka Dávila, de 47 años, trabajaba en la misma Autoridad Portuaria. Nacida en Cuba, se unió a la entidad en 1985 y años más tarde, al naturalizarse ciudadana estadounidense, cambió su nombre. Su vida se apagó en la mañana de los atentados.

Desde Cienfuegos llegó a EE.UU. Juan La Fuente, quien emigró poco antes de 1959. Con 61 años, residía en Poughkeepsie, Nueva York, y trabajaba en Citibank al momento del ataque.

Carlos Domínguez, de 34 años, era hijo de cubanos aunque nacido en Estados Unidos. Vivía en East Meadow y se desempeñaba como técnico en Marsh & McLennan Cos Inc., una de las compañías más golpeadas en el World Trade Center.

La lista la completa Michael A. Díaz-Piedra III, vicepresidente del Bank of New York. Tenía 49 años y emigró desde Cuba siendo un niño de 8 años, tras el exilio de su padre luego de la llegada de Fidel Castro al poder.

Los siete nombres reflejan la huella de la comunidad cubana en Nueva York, que como tantas otras comunidades perdió a seres queridos en la tragedia.

El atentado del 11-S sigue siendo un recuerdo doloroso para millones de familias en todo el mundo, y para los cubanos en el exilio representa también la pérdida de connacionales que formaban parte del tejido social y cultural de la Gran Manzana.

A más de dos décadas, las historias de estas víctimas cubanas muestran la diversidad de trayectorias truncadas por un ataque que transformó la seguridad, la política y la vida cotidiana en Estados Unidos.

Cada aniversario revive no solo el dolor de la pérdida, sino también la memoria de quienes, aun lejos de su tierra natal, seguían ligados a Cuba a través de su identidad y legado.

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