La provincia de Burgos, en la comunidad autónoma de Castilla y León, España, ha extendido su Programa Arraigo, una iniciativa que busca revitalizar los pueblos rurales que han perdido población debido a la migración hacia las grandes ciudades. Hasta ahora, cinco familias cubanas han sido parte de este innovador proyecto de repoblación, facilitado por su ciudadanía española y sus raíces en Castilla y León.
El director del proyecto, Enrique Martínez, explicó que la inmigración no se ve como un problema, sino como una solución para las áreas rurales. “Lejos de una preocupación, la inmigración es vista como la principal solución que tiene un territorio necesitado de una fiscalidad diferente y una discriminación positiva para retener y atraer población”, declaró Martínez a la prensa local.
En la primera fase del programa, se reclutaron 30 familias, que fueron distribuidas en distintas localidades de Burgos. De las cinco familias cubanas, algunas se asentaron en Villarcayo, mientras otras fueron ubicadas en pueblos como Castrojeriz y Oña. La asignación de viviendas fue gestionada directamente por los ayuntamientos locales.
El programa ha atraído a 77 personas en los primeros ocho meses del año, de las cuales 32 son niños. A medida que el proyecto avanza, otras 28 personas se han unido gracias al impulso natural de la iniciativa.
El Proyecto Arraigo no solo facilita la reubicación de las familias, sino que también apoya en la búsqueda de empleo. De los 45 adultos que llegaron en esta primera fase, el 27,78% ya trabaja en la industria y un número similar en residencias de la tercera edad. Además, ha habido casos de emprendimiento exitoso, como la apertura de un hostal en Castrojeriz y dos bares en otras localidades, generando empleo para seis personas.
Uno de los principales retos que enfrenta el programa es la falta de viviendas disponibles, debido a la reticencia de algunos propietarios rurales a alquilar sus casas vacías. Para abordar este problema, el Proyecto Arraigo ha habilitado dos pisos de bienvenida, uno en Villarcayo y otro en Lerma, que sirven como alojamiento temporal para las familias mientras se encuentran viviendas permanentes.
Martínez dejó claro que el proyecto no ofrece apoyo económico, sino acompañamiento para las familias que deben llegar con un plan de vida definido. “Nosotros no facilitamos económicamente nada, solo acompañamos. Tienen que ser familias con un proyecto de vida y no hacer competencia a los residentes actuales”, indicó.
Para unirse al proyecto, las familias deben completar una encuesta en línea en la página web oficial del programa, donde se evalúan sus necesidades e intereses. Aunque no es obligatorio contar con un empleo previo, tenerlo facilita el proceso de selección de los pueblos, ya que las oportunidades laborales en las zonas rurales son limitadas. El proyecto también ayuda a las familias a encontrar empleo cuando es posible.
Los pueblos que participan en el Proyecto Arraigo están interesados en recibir familias con niños. Las escuelas locales están abiertas a aceptar nuevos estudiantes, incluso a mitad del curso escolar. Además, los pueblos que no cuentan con escuelas propias disponen de un servicio de transporte público para trasladar a los niños a las escuelas más cercanas.
El nivel de servicios en los pueblos varía según su tamaño. Los más pequeños suelen tener solo un bar, una tienda y visitas médicas semanales. En los pueblos más grandes, se puede encontrar acceso a colegios, supermercados y transporte público. En cualquier caso, es recomendable contar con un coche, ya que en muchas áreas los servicios esenciales se encuentran en localidades cercanas.
Otra opción que ofrece el programa es el cohousing, un modelo de vivienda colaborativa donde las familias comparten algunos espacios comunes mientras mantienen su privacidad. Esta modalidad fomenta el ahorro y la interacción entre los residentes, contribuyendo al desarrollo de las comunidades locales.
