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Cuentas de fallecidos siguen siendo manipuladas en Cuba: el ineficaz sistema bancario permite fraudes masivos

cajero automatico Cuba
Cajero automatico Cuba (Imagen de Celimar)

En Cuba, la manipulación de tarjetas magnéticas de personas fallecidas ha desatado una creciente alarma, no solo por su ilegalidad, sino también por los serios fallos del sistema bancario estatal. Las recientes declaraciones de directivos del Banco Metropolitano (Banmet) reflejan la ineficiencia y desconexión de las entidades bancarias con la realidad tecnológica del país, poniendo en evidencia las vulnerabilidades que facilitan el fraude en el sistema financiero cubano.

Según los directivos del banco, el procedimiento para bloquear una cuenta después de la muerte de su titular depende de una notificación familiar o de información enviada por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Este sistema rudimentario, que depende de la acción de terceros, ha generado múltiples casos de uso fraudulento de los fondos, incluso después del fallecimiento del titular.

Siria María Cruz Ibarra, directora de Banca Personal del Banco Metropolitano, reconoció en una entrevista con Cubadebate que el banco no tiene los medios para saber si una persona ha fallecido de manera automática. La informatización, que debería ser clave en la prevención de fraudes, es insuficiente. Aunque el banco menciona que las cuentas se inactivan automáticamente después de dos años sin movimientos, el sistema lento permite que las cuentas continúen siendo utilizadas por terceros, incluso meses después del deceso.

Lo más alarmante es que el Banco Metropolitano no asume responsabilidad alguna si las tarjetas o herramientas de banca electrónica, como Transfermóvil, son utilizadas por personas ajenas al titular. A pesar de que la ley establece que el uso debe ser personal, muchos cubanos comparten sus credenciales con familiares o terceros por razones como enfermedad, edad avanzada o emigración. El banco, consciente de estas prácticas extendidas, se ampara en la violación del contrato por parte del cliente, alegando que si se comparte el PIN o la tarjeta, se está violando los términos. Sin embargo, el sistema bancario cubano sigue siendo incapaz de ofrecer soluciones tecnológicas efectivas que protejan los fondos de los clientes.

A pesar de que la ley cubana exige que el titular sea el único autorizado para acceder a la cuenta, la falta de un mecanismo de verificación eficiente deja a los herederos desprotegidos. La respuesta institucional es clara: la responsabilidad recae en el titular, pero cuando este ha fallecido, no existen medidas claras para proteger a los beneficiarios de las cuentas.

La ausencia de un sistema de verificación en tiempo real entre los registros civiles, la Seguridad Social y las entidades bancarias permite que continúen extrayéndose pensiones y otros fondos de cuentas sin bloquear. El banco solo detecta estas irregularidades cuando recibe una queja o cuando se inicia una investigación, lo que resulta inadmisible en un sistema bancario moderno. En un país donde la modernización tecnológica sigue siendo un desafío lejano, las prácticas bancarias siguen ancladas en métodos obsoletos que no garantizan la seguridad de los fondos.

Aunque los fraudes no se limitan a cuentas de fallecidos, el banco ha admitido que los casos de personas que permiten el uso de sus tarjetas o credenciales para realizar transferencias irregulares son frecuentes. Se menciona la existencia de redes organizadas que obtienen datos personales mediante engaños o suplantación de identidad, cometiendo fraudes con total impunidad. Sin embargo, en lugar de implementar soluciones como la verificación biométrica o la mejora de la seguridad digital, las autoridades bancarias culpan al “desconocimiento” y la “falta de educación financiera” de los clientes.

El Banco Metropolitano no tiene estadísticas claras sobre fraudes, herencias en litigio o cuentas manipuladas por terceros. Tampoco se ofrecen cifras ni ejemplos de sanciones legales concretas para quienes cometen estos actos fraudulentos. La falta de transparencia y la debilidad del sistema de control sobre estos casos siguen siendo una amenaza para los clientes.

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