Las nuevas medidas migratorias del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que incluyen la restricción para otorgar asilo y la deportación de migrantes que crucen ilegalmente, no cuentan con el respaldo del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador. El mandatario mexicano se niega a recibir a los migrantes deportados que no sean nacionales de México, complicando la implementación del plan de Biden.
Durante su conferencia de prensa mañanera, López Obrador dejó clara su postura, afirmando que si Estados Unidos decide deportar migrantes, debería hacerlo directamente a sus países de origen. “Nosotros tratamos muy bien a los migrantes, a todos, pero ¿por qué triangular? ¿Por qué no el acuerdo directo?”, cuestionó el presidente mexicano.
La posición de México presenta un desafío operativo significativo para el plan de Biden. Deportar a migrantes a sus países de origen aumentaría considerablemente los costos, ya que diariamente llegan a la frontera de Estados Unidos miles de migrantes de diversas nacionalidades como Centroamérica, Venezuela, Cuba, Haití, China, India y Rusia. Además, Estados Unidos no tiene acuerdos migratorios con muchos de estos países para devolver a los indocumentados.
La complicada situación fue destacada por Bill Melugin, reportero de Fox News, quien señaló que 12 horas después de que la orden ejecutiva de Biden entrara en vigor, ya se registraba un cruce ilegal masivo en Jacumba, California, con personas procedentes de Colombia y Venezuela.
La postura de López Obrador se enmarca en un contexto de control migratorio intensificado por parte de Estados Unidos, especialmente ante la proximidad de las elecciones de noviembre. El presidente mexicano opinó que estas medidas responden al clima electoral en Estados Unidos. “Pero, pues, hay elecciones en EEUU. ¿No sienten ustedes que ya ahora hay un ambiente distinto después de que pasaron las elecciones (en México)?”, comentó López Obrador.
Previo al anuncio de las nuevas políticas, Biden y López Obrador discutieron telefónicamente sobre temas cruciales como las recientes elecciones en México y la colaboración bilateral en áreas económicas, migratorias y de seguridad. Sin embargo, no lograron llegar a un consenso sobre la gestión de los migrantes deportados.
El presidente Joe Biden firmó una orden ejecutiva que cierra temporalmente la frontera sur de Estados Unidos cuando los cruces diarios superen los 2.500. Esta medida, basada en las secciones 212(f) y 215(a) de la Ley de Inmigración y Nacionalidad, busca controlar la crisis migratoria. La frontera reabrirá una vez que los cruces diarios se reduzcan a 1.500.
La orden, que ya está en vigor, incluye excepciones para niños no acompañados y ha generado críticas de diversos sectores. Se anticipan desafíos legales similares a los enfrentados por la administración de Donald Trump. La negativa de López Obrador a aceptar migrantes deportados no mexicanos añade una capa adicional de complejidad a la implementación de estas nuevas políticas.