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Muere Dick Cheney, el poderoso exvicepresidente de EEUU que marcó la política antiterrorista tras el 11-S

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Cheney ocupó la vicepresidencia entre 2001 y 2009, durante los dos mandatos de George W. Bush. (Captura de pantalla © CBS - YouTube)

Dick Cheney, exvicepresidente de Estados Unidos y uno de los estrategas políticos más influyentes y polémicos de las últimas décadas, falleció a los 84 años debido a complicaciones derivadas de una neumonía y problemas cardíacos. Su familia confirmó que murió acompañado por su esposa, Lynne, y sus hijas, Liz y Mary.

Cheney ocupó la vicepresidencia entre 2001 y 2009, durante los dos mandatos de George W. Bush. Su papel fue determinante en la llamada “guerra contra el terrorismo” tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, y fue uno de los principales defensores de la invasión a Irak en 2003.

Sus decisiones durante esa etapa definieron la política exterior estadounidense del siglo XXI. Apoyó la expansión de los poderes presidenciales y la implementación de técnicas de interrogatorio extremas, prácticas que muchos organismos internacionales calificaron como tortura.

Antes de llegar a la vicepresidencia, Cheney había construido una larga carrera en el servicio público. Fue congresista por Wyoming, jefe de gabinete de la Casa Blanca bajo Gerald Ford y secretario de Defensa durante el mandato de George H. W. Bush. En ese cargo dirigió la Operación Tormenta del Desierto de 1991, que expulsó a las fuerzas iraquíes de Kuwait.

También se desempeñó como presidente de la empresa energética Halliburton, posición que le generó controversias durante la guerra de Irak por posibles conflictos de interés con contratistas militares y petroleros.

La muerte de Cheney generó reacciones inmediatas en el ámbito político. El expresidente George W. Bush expresó su pesar a través de un comunicado: “La muerte de Richard B. Cheney es una pérdida para la nación. Laura y yo lo recordaremos como un hombre decente y honorable. La historia lo reconocerá entre los mejores servidores públicos de nuestro tiempo”.

Considerado el arquitecto de una doctrina de seguridad centrada en la disuasión y el poder militar, Cheney deja una huella divisiva. Sus partidarios lo ven como un defensor de la fortaleza estadounidense ante las amenazas globales; sus detractores, como el impulsor de decisiones que causaron daños irreversibles en Medio Oriente.

Con el paso de los años, Cheney se convirtió en una figura crítica dentro de su propio partido. Se distanció del expresidente Donald Trump, a quien calificó como “la mayor amenaza para la república”, y respaldó públicamente a la demócrata Kamala Harris en las elecciones de 2020.

Su hija, Liz Cheney, siguió una trayectoria similar, enfrentándose al liderazgo republicano dominado por Trump, lo que profundizó las divisiones internas en el partido.

A lo largo de su vida, Cheney sufrió múltiples problemas cardíacos. Su primer infarto ocurrió a los 37 años, y en 2012 recibió un trasplante de corazón que prolongó su vida más de una década.

Pese a su frágil salud, continuó activo en la política y en el debate público hasta sus últimos años, defendiendo su legado y la necesidad de mantener una postura firme frente a las amenazas externas.

El fallecimiento de Cheney marca el fin de una era en la política estadounidense y reabre el debate sobre su papel en una de las etapas más decisivas y controvertidas de la historia reciente del país.

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