
Una crisis comercial inesperada ha surgido entre Estados Unidos y Canadá luego de que el gobierno de la provincia de Ontario utilizara fraudulentamente un fragmento de un discurso del expresidente Ronald Reagan en 1987, en el cual supuestamente se pronunciaba en contra de los aranceles impuestos por la administración de Donald Trump.
La Fundación Ronald Reagan denunció esta tergiversación como un “anuncio falso”, lo que llevó a la cancelación de todas las negociaciones comerciales entre ambos países.
El presidente Trump, a través de su cuenta en Truth Social, expresó su indignación por el uso de la imagen de Reagan, calificando la acción de Canadá como un intento de interferir en los procesos judiciales de EE. UU., incluido el de la Corte Suprema.
“Los aranceles son muy importantes para la seguridad nacional y la economía de EE. UU.”, argumentó Trump, y anunció el fin de las negociaciones comerciales, poniendo fin a los intentos de flexibilización de las tarifas impuestas a sectores clave como el acero, aluminio y automóviles.
Este anuncio se produjo solo dos semanas después de la visita del primer ministro canadiense, Mark Carney, a la Casa Blanca, donde solicitó la flexibilización de estos aranceles. Durante el encuentro, Carney fue elogiado por Trump como un “líder de clase mundial”, pero no se lograron concesiones inmediatas.
Los aranceles sobre el acero y el aluminio, impuestos por la administración Trump, han sido una de las principales fuentes de fricción entre ambos países, especialmente por su impacto en la economía canadiense.
Aunque el acuerdo USMCA (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá) mantiene un 85% del comercio libre de aranceles, las tarifas adicionales impuestas por Trump han afectado gravemente a sectores clave de la economía canadiense. Las empresas de Canadá, dependientes en gran medida de las exportaciones hacia EE. UU., han enfrentado pérdidas de empleos y presiones económicas debido a estas tarifas.
El gobierno canadiense reaccionó con sorpresa y consternación ante la decisión de Trump, subrayando que las negociaciones comerciales entre ambos países se habían intensificado en las últimas semanas, especialmente en lo que respecta a las tarifas sobre el acero y el aluminio.
En respuesta, Mark Carney intentó suavizar la situación, expresando que Canadá seguía dispuesta a dialogar, a pesar de la postura firme de EE. UU. “Estamos listos para seguir adelante cuando EE. UU. esté dispuesto a continuar las conversaciones, ya que beneficiará a los trabajadores y familias de ambos países”, afirmó el primer ministro canadiense.