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EE. UU le niega la visa a hijo cubano en silla de ruedas: su madre denuncia injusticia

Embajada de EEUU en La Habana
La Embajada de los Estados Unidos de América en La Habana es la misión diplomática de los Estados Unidos en la República de Cuba. (Captura de pantalla)

Una madre cubana residente en Estados Unidos desde 2014 denunció este 12 de junio la negativa de visa a su hijo discapacitado, tras una nueva orden ejecutiva firmada por Donald Trump. Odali Ceja, que lleva casi una década intentando traerlo legalmente desde Cuba bajo la categoría F2B, aseguró que la medida viola derechos básicos de reunificación familiar.

La disposición, vigente desde junio de 2025, impide el ingreso a EE. UU. de solicitantes de visado que, según las autoridades, podrían representar riesgos para la seguridad nacional. Ceja rechazó ese argumento y señaló que su hijo ha cumplido todos los requisitos legales y no tiene antecedentes penales. “Solo pedimos justicia. No se trata de privilegios, sino de humanidad”, afirmó.

El joven, quien quedó parapléjico por una lesión medular, depende completamente de las remesas enviadas por su madre desde Estados Unidos. Ceja subrayó que la intención de traerlo al país es brindarle acceso a servicios médicos y oportunidades laborales imposibles de alcanzar en Cuba. “Aquí podría valerse por sí mismo. Pero ahora debo seguir manteniéndolo desde la distancia”, expresó.

Según explicó, el proceso se ha visto obstaculizado durante años: primero por el cierre de la embajada estadounidense en La Habana tras los llamados ataques sónicos, luego por la pandemia de COVID-19, y ahora por una política migratoria que bloquea peticiones incluso ya aprobadas.

La denuncia de Ceja desató una ola de reacciones en redes sociales. Cientos de cubanos residentes en el extranjero compartieron mensajes de apoyo y denunciaron la nueva orden como “inhumana” y “arbitraria”. Marilyn Cordero, también afectada, expresó su indignación: “Cumplimos todo lo que nos pidieron y aún así nos cierran las puertas”.

Las críticas también se dirigieron hacia quienes respaldan las restricciones. Comentarios como el de Mary Perdomo —quien afirmó que emigrar “es un privilegio, no un derecho”— fueron recibidos con fuertes reproches por parte de usuarios que acusaron falta de empatía.

“Llevamos años cumpliendo la ley. No somos criminales. Solo queremos estar con nuestras familias”, escribió Dagmary Alfonso, otra residente afectada. Muchos reclamaron que las evaluaciones migratorias se hagan caso por caso y no mediante vetos generalizados.

Ceja pidió a las autoridades estadounidenses reconsiderar el impacto emocional y económico que estas medidas provocan en familias separadas. “Hoy no hablo solo por mí, sino por todas las madres que estamos perdiendo la esperanza”, declaró.

En paralelo, algunas voces apuntaron también al régimen cubano como responsable de generar las condiciones que empujan a miles de familias a emigrar. Sin embargo, otros insistieron en que EE. UU. debe aplicar sus políticas sin castigar a quienes siguieron el camino legal.

El caso de Ceja ilustra el complejo dilema ético que enfrenta la política migratoria estadounidense, especialmente en relación con Cuba. Actualmente, miles de familias cubanas viven en el limbo, con procesos suspendidos o negados sin una revisión individualizada.

Frente al desconcierto y el dolor, el mensaje de la comunidad cubana en el exilio es claro: exigen una política que respete la seguridad, sí, pero también la unidad familiar.

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