Lázaro Acosta: el joven cubano que optó por la salida voluntaria hacia México para evitar la deportación

Lázaro Acosta, un joven cubano detenido en Estados Unidos bajo el formulario I-220A, decidió tomar una salida voluntaria hacia México a principios de diciembre, después de casi cuatro años en el país sin antecedentes penales y sin ver solución a su situación migratoria. Según Acosta, la decisión fue tomada para evitar una posible deportación que podría haberle impuesto una prohibición de entrada de entre cinco y diez años.
A lo largo de su estadía en Estados Unidos, Acosta había consultado con varios abogados, quienes le indicaron que sus posibilidades de obtener una resolución favorable eran mínimas. “Me dijeron que no había opciones, y no podía esperar más”, comentó en uno de sus testimonios. Tras recibir respuestas desalentadoras de tres abogados, el joven cubano decidió buscar una salida por su cuenta.
En sus redes sociales, Acosta relató la frustración que vivió con los servicios legales, afirmando que el dinero que pagó por la gestión de su salida voluntaria fue “el más malgastado de mi vida”. A pesar de haber pagado a un abogado para gestionar el proceso, Acosta entendió que, al no tener antecedentes criminales, podría haber solicitado la salida por sí mismo, sin la necesidad de intermediarios.
El 5 de diciembre, Acosta fue liberado del centro de detención y comenzó su traslado hacia México bajo la custodia de la Guardia Nacional Mexicana, quienes se encargaron de su acompañamiento y traslado de pertenencias. Aunque el proceso no estuvo exento de complicaciones, Acosta destacó que la atención durante su viaje fue mucho más amable que su experiencia en Estados Unidos, señalando el buen trato recibido por las autoridades mexicanas.
A lo largo del trayecto, Acosta pasó por varios controles migratorios, donde le solicitaron documentos, aunque no los tenía. A pesar de esto, no enfrentó mayores problemas. En intervalos de tres a cuatro horas, las autoridades le ofrecieron comida y bebidas, lo que consideró una atención adecuada durante el viaje.
Su llegada a Cancún fue el comienzo de una nueva etapa. Acosta describió la ciudad como “bien bonita” y se mostró optimista sobre las oportunidades que México podría ofrecerle. En Cancún, comenzó su proceso de solicitud de asilo en la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), con la esperanza de poder construir un nuevo futuro en el país.
Además de relatar su experiencia personal, Acosta ofreció consejos a otros migrantes que atraviesan situaciones similares, proporcionando orientación sobre los procedimientos migratorios en México. No obstante, aclaró que no podía recibir a nadie en su hogar, dejando claro que su decisión fue una opción personal y no pretende influir en otros.
“Fue la mejor opción para mí y mi futuro. No sé si todos tendrían la misma suerte, pero fue lo que consideré mejor dadas las circunstancias”, dijo Acosta, quien aseguró que su decisión fue impulsada por la necesidad de un futuro más prometedor.
La historia de Lázaro Acosta pone en evidencia las dificultades que enfrentan muchos migrantes cubanos y latinoamericanos en su travesía por Estados Unidos, y cómo, ante la falta de respuestas en el sistema legal, algunos se ven obligados a tomar decisiones difíciles en busca de nuevas oportunidades.






